¿Ustedes se acuerdan de José, el hijo de Jacob, que tenía sueños especiales y de quien hablamos la semana pasada? José tenía once hermanos, pero diez eran muy celosos y terminaron vendiéndolo como esclavo. Las personas que compraron a José lo vendieron a Potifar, un importante comandante de Faraón.
José estaba distante de su familia y en un lugar que no conocía, pero Dios estaba junto a él. Él no quedó enojado con los hermanos, pues confiaba que Dios lo ayudaría en aquella tierra.
José hacia sus tareas con mucho amor, todo correcto, como si fuese para Dios. Y por eso todo lo que hacía era bendecido por Él. Nosotros también seremos bendecidos, si hacemos siempre nuestro mejor.
Potifar vio que José era diferente de los demás empleados y que Dios estaba con él, por eso lo colocó como su mayordomo. José ahora era empleado que cuidaba de todo, y los otros empleados obedecían sus órdenes. El patrón de José no se preocupaba con nada, pues confiaba mucho en el trabajo de él. Por causa de José, todo era bendecido en la casa de Potifar, pues Dios era con él.
José era un excelente mayordomo, trabajador, amable y de buena apariencia. Amiguitos, el joven era tan simpático que la esposa de Potifar quería relacionarse con él. José era fiel a Dios, sabía que eso era equivocado y no acepto desagradar a Dios y ni al patrón. Clase, ¿saben lo que hizo ella? Ella quedo muy enojada y dijo una mentira al marido diciendo que José quería una relación con ella. ¡Que mentira! Potifar se indignó y mando que arrestaran a José en la prisión del rey.
El joven José fue preso por causa de una mentira, y más una vez, estaba siendo perjudicado sin tener ninguna culpa. Pero José no se desesperó, pues el sabia que Dios estaba con él.
Conclusión:
José confiaba en Dios y hacia todo correctamente, pues creía que un día Dios iría realizar Su plan. Nosotros debemos actuar del mismo modo que José, haciendo siempre lo mejor, obedeciendo y confiando en nuestro Dios. En la próxima semana hablaremos de lo que ocurrió con José en la prisión.
ACTIVIDADES:
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