Erase una vez un hombre muy agradable que tenía un ejército
de cien soldados (muestre una ilustración). ¿Cómo es que marchan los soldados?
(Educadora, marche con los niños dando una vuelta por la sala) Qué bonito! Ustedes
aprenderán directamente! (Pida que los niños se sienten). Él también era patrón
de muchos empleados. Un día, un empleado de él quedó muy enfermo (haga una
expresión triste), pero tan enfermo que no podía ni levantarse de la cama.
Pobrecito de él, no creen? Aquel patrón quedó muy triste, cómo es que él quedó?
(Junto con los niños haga una expresión de tristeza).
Entonces pidió que llamaran a Jesús. Cuando Jesús estaba
llegando cerca de la casa donde estaba el enfermo, el hombre dijo a Jesús
(Educadora, cambie la voz y hable): Ah! Señor Jesús, no necesita entrar a mi
casa, pues he hecho cosas erradas y el Señor es muy bondadoso. Diga solamente
una palabra y mi empleado se sanará. Amiguitos, saben lo que pasó?
Jesús quedó muy feliz con las palabras de aquel hombre y en
la misma hora el empleado fue curado. Amiguitos, el patrón sabía que había
poder en las palabras de Jesús.
Ustedes saben que en nuestra palabra también hay poder? Sí,
hay poder, pues si pedimos alguna cosa a Dios, Él hará acontecer lo que pedimos.
Debemos creer, así como aquel patrón, amén!
ACTIVIDADES
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