ELIAS ERA un niño obediente, que crecía con temor y sabiduría delante de los padres y de Dios. Él era el ejemplo de la clase, pues siempre escapaba de las confusiones y problemas.
Sus amigos vivían llamándolo para hacer lío, pero él nunca aceptaba. Un día, ellos resolvieron dibujar en los muros de la escuela con carbón y Elías les aconsejó que no hagan aquello, pues era muy peligroso. ¡Ya pensó si la directora los agarrase haciendo aquello! ¡En que grande problema ellos se meterían! Elías también luego se acordó del consejo que su padre siempre le dio: Todo aquel que tiene el temor a Dios, tiene odio y se desvía del mal; Dios guarda su camino y lo preserva de todo peligro.
Cuando llegó en su casa, contó todo para sus padres y luego elogiaron su actitud. Al otro día, en el horario del recreo, los niños fueron a dibujar en la pared. ¡Ah! No fue algo bueno para ellos, pues la directora los agarró a todos flagrantes… ¿Saben adonde fueron a parar? En la secretaria.
Los padres de los niños fueron llamados y todos se quedaron de castigo durante un mes, sin ver sus dibujos favoritos y sin jugar con los amiguitos después de hacer las tareas de la escuela. Los niños se arrepintieron de lo que hicieron que lo mejor era hacer como Elías: huir de las cosas equivocadas.
¿Saben lo que ellos hicieron después de eso, niños? Pidieron a Elías para que les enseñase el secreto de mantenerse fuera de los líos y él no perdió tiempo para decirles que deberían obedecer a sus padres y dar oídos a lo que la Biblia nos enseña. Elías también aprovecho la oportunidad para invitar a sus amiguitos para que participen de la EBI. Ellos oyeron su consejo y aceptaron la invitación para frecuentar a la EBI. ¡Qué maravilla!
Conclusión:
Cuando respetamos y amamos a Jesús huimos de las cosas equivocadas y todo de lo que Le desagrada. El niño que teme a Dios no miente, no habla malas palabras, respecta a sus amiguitos y no se envuelve en problemas. ¿Ustedes entendieron? ¡Muy bien!
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