Existía un niño muy miedoso que se llamaba Lucas. El niño vivía con miedo y por eso sus amiguitos siempre se reían de él. Lucas tenía miedo de algunos animales, no le gustaba quedarse solito en ningún momento, quedarse enfermo era otra cosa que lo dejaba preocupado. A Lucas no le gustaba ser miedoso y por eso se quedaba muy triste.
Un día, la educadora de la EBI estaba enseñando sobre la confianza en Dios y la importancia de no tener miedo de nada. Al oír aquellas palabras, Lucas preguntó lo qué él debería hacer para no ser más miedoso, pues frecuentaba la EBI, pero todavía tenía miedo de casi todo. Entonces la educadora respondió que Salmo 91 nos enseña a confiar en Dios, pues en él está escrito que Dios nos protege del mal, pues nos ama. Él libra y guarda la vida de aquellos que confían en Él, apartándonos de los peligros.
Así como ningún pajarito permite que ningún animal se aproxime de su nido, cubriendo con sus alas sus hijitos, Dios también cuida de sus hijos y guarda en su escondite solamente los que son fieles a Él.
Amiguitos, Lucas se puso muy feliz con la explicación de la educadora y preguntó lo qué debería hacer para quedarse en el escondite de Dios. Y la educadora respondió que primero él debería abandonar el miedo y confiar en la Palabra de Dios.
A partir de aquel día, Lucas pasó a tener confianza en Dios y se transformó en un niño valiente. Dios desea que confiemos en Su Palabra. Cuando tenemos miedo, demostramos falta de confianza en Él. No debemos actuar como Lucas que vivía con miedo de todo, pues tenemos a Dios como nuestro escondite, donde ningún mal podrá dañarnos, pues Nuestro Padre Celestial nos ama y nos cuida.
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