Josué fue escogido por Dios para, junto con los guerreros, conquistar la ciudad de Jericó. Dios había prometido dar aquella ciudad para Su pueblo, pero los enemigos vivían en ella. Por eso, Josué resolvió mandar espías para observar y contar todos los que habían visto allí.
Con todo el cuidado, los espías llegaron a la ciudad y se escondieron en la casa de una mujer que se llamaba Raabe. Pero el rey supo que ellos estaban escondidos en aquella casa, y mandó el siguiente recado a ella: Manda que los dos hombres de su casa salgan de allí, pues ellos son espías.
Raabe oculto la verdad al rey y no entregó a los espías. ¿Saben por qué? Ella sabía que ellos servían a un Dios vivo, por eso decidió ayudarlos escondiéndolos en el terrazo. La casa de Raabe quedaba encima del muro de la ciudad.
Cuando los mensajeros del rey se fueron, Raabe llamó a los espías y pidió que, cuando la ciudad fuese invadida por el pueblo de Dios, ellos fuesen misericordiosos con ella y su familia, preservándoles la vida, así como ella había hecho con ellos.
Los espías le prometieron a ella que estaría protegida si, en el día que la ciudad fuese invadida, llamase a todos sus familiares para su casa y atase un cordón rojo en la ventana. Después de eso, los espías resolvieron irse y, para que no fuesen vistos, tuvieron que salir por la ventana, bajando por una cuerda. Los hombres volvieron y contaron a Josué todo lo que vieron y oyeres en Jericó.
Dios habló con Josué todo lo que debería hacer, y entonces él y sus guerreros marcharon en vuelta de la ciudad 13 veces, tocaron las trompetas y gritaron bien fuerte, hasta que cayeron los muros que cercaba la ciudad de Jericó. Todo fue construido, pero nada ocurrió con Raabe y su familia, que pasaban a vivir juntos con el pueblo de Dios.
CONCLUSIÓN:
Hay un Salmo que dice “SEÑOR no guarda la ciudad, en vano vela la guardia.”. ¿Saben lo que esto quiere decir? Que Dios es el único que puede protegernos y librar nuestra familia del mal, pero, para eso, debemos buscar-lo y pedirle a Él que guarde a nuestros familiares. Fue eso que ocurrió con la familia de Raabe después que ella reconoció que Dios era el único que podría salvarlos. Quien aquí ira siempre orar por sus familiares diga “yo” ¡Que así sea
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