Ya debes haber oído la frase:
"Quien quiere, hace. Quien no
quiere, da disculpas" Y pensando en ella podemos ver cuán verdadera es y
tiene total relación con nuestro trabajo
en la EBI. Hablo eso por experiencia propia y por ver innumerables ejemplos a mi
alrededor hoy en día.
¿Sabes cuándo planeas tu clase
con el mayor amor, inventas cosas buenas,
pides la dirección al Espíritu Santo, comienzas hasta a ensayar todo? De
repente te ataca un dolor de cabeza o de estómago, o algo da errado...
inmediatamente te quedas indignada y amarras rápido esa situación, porque sabes
que es el diablo intentando pararte.
Por otro lado, está aquel día en
el que no preparaste absolutamente nada, o simplemente no querías dar la clase.
Creo que la mayoría quedó esperando aquel dolorcito, o usando cualquier cosa
como disculpa. Dice para sí misma que está haciendo de todo para ir a la
EBI, se convence de que está actuando
correctamente. Algunas todavía tienen el coraje de decir: "Ah... cuando es
para Dios a mí me gusta hacer las cosas de todo corazón. Si es para hacer de
cualquier manera, entonces mejor no hacer."
Pues bien, ahí está.
¡Quien no quiere, DA DISCULPAS!
Realmente, para Dios debemos
hacer de todo corazón. Si lo que vas a hacer en la EBI no es así, entonces pide para salir y ve a hacer aquello
en lo que, verdaderamente, darás frutos. Claro, lo mejor es que tomes conciencia,
cambies y pases a servir como debe ser.
Tengo la costumbre de decir que
no hay ningún problema que nos impida de dar lo mejor para Dios. Ni familia, ni
problemas financieros o sentimentales
pueden influenciar en nuestro servicio. Ni mismo ciertos problemas de
salud, pues dependiendo de la gravedad, la persona se esfuerza en hacer algo
para Dios. La única área de la vida capaz de tornarnos infructíferas es la
espiritual. Por eso, educadora, si no
estás dando frutos en lo que haces y tu
trabajo ya se torna cansado entonces lo espiritual no está bien.
Como mencioné, ya estuve de los
dos lados de la historia. Ya di mucha disculpa,
pero también ya pasé por encima de dolores físicos y sentimentales para
dar mi mejor en la EBI. ¡Ya llegué llorando minutos antes de la reunión, pero tuve que olvidar todo y Dios nunca me desamparó!
¡Él no te desamparará!
¿Y tu vida cómo ha sido? ¿Eres de
las que quieren o de las que no?
Independientemente de la situación,
puedes cambiar. Si hasta entonces
has dado más disculpas que resultados,
¡todavía es tiempo de cambiar!
¡Besitos!
Jessica Fonseca