2 sept 2016

Tema Mes de Septiembre: Frutos de La Carne


 OBJETIVO DE LA LECCIÓN: FRUTOS DE LA CARNE




ACTITUDES QUE ENTRISTECEN AL ESPÍRITU SANTO
“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el Reino de Dios.” (Gálatas 5:19-21)

¿Te quedarías al lado de un amigo que hace todo aquello que no te gusta? ¿Que hace todo lo que pensás que una persona no debería hacer y todo lo que creés que debe hacer, no lo hace? ¿Qué conversación tendrías con ese amigo?
Rápidamente, la amistad entre ustedes se acabaría y se distanciarían. Lo mismo sucede cuando hacemos lo que no Le agrada a Dios, permaneciendo en los caminos incorrectos, enojados con Él, desobedeciendo a Su voluntad y a Sus enseñanzas. Nos estamos distanciando de Él.
¿Recordás que el mes pasado hablamos sobre la protección de Dios y comentamos que cada árbol da su fruto, y que jamás lograríamos cosechar bananas de las cocoteras? Bien. La Biblia nos habla de las obras de la carne, que son los frutos que vemos en aquellos que aún no nacieron de Dios.
La “carne” es la voluntad del corazón, los impulsos de nuestra naturaleza que fueron arruinados por el pecado de Adán y Eva. Quien no nació de Dios, aún está sujeto a las consecuencias de aquel pecado y, por lo tanto, condenado a la muerte eterna.
Solo cuando la persona entrega su vida al Señor Jesús logra tener una nueva vida. Pero, para que nazca la nueva criatura, la vieja criatura debe morir.
Las actitudes que deben morir para que las nuevas actitudes nazcan son las siguientes:
Prostitución
Dios hizo al hombre y a la mujer. Y Él hizo el matrimonio. Y separó algunas cosas para que sean hechas solo por el marido y la esposa.
Cuando el hombre y la mujer están juntos en la intimidad, eso representa la alianza que hicieron en el Altar cuando se casaron, por eso está reservado solo para casados. Cuando eso se hace fuera del matrimonio, la Biblia lo considera prostitución.
Hoy, en el mundo, todo eso está desordenado y las personas ven como natural lo que no es natural. Para agradar a Dios, decidí dejar las cosas de adulto como el noviazgo, para cuando crezcas. No entres en el engaño del mundo de que “la vida gira alrededor del noviazgo y a estar íntimamente juntos.
La relación del hombre y la mujer fue creada por Dios con el objetivo de se casen y debe ser tomado en serio. Por ejemplo, si no te vas a casar a los 11 años, no tiene sentido ponerse de novio a los 11 años. Sé un niño, mientras puedas serlo.
Impureza
Dios es puro. Para andar con Él también tenemos que ser puros. Mirar el lado bueno de las personas y de las situaciones, confiar en Él en todo tiempo, ser sinceros, no tener malicia, ni maldad.
Lascivia
Prendés el televisor y mirás lo que hay. La mayoría de las canciones, propagandas, películas y novelas incentivan a la sensualidad. Hoy, los niños entienden cosas que en otra época los niños no entendían y eso despierta en ellos deseos malos. Y no es bueno, porque todo tiene su momento. Y algunas cosas no son buenas ni siquiera para adultos, cuanto más para los niños.
Tené cuidado con lo que ves y oís, porque eso está alimentando tu mente. Cuidado con los sitios a los que ingresás y que pueden tener un contenido que ni los adultos deberían ver. Tu mente no es un tacho de basura.
Idolatría
La idolatría es poner a alguien o a algo en el lugar de Dios. Cuando las personas se arrodillan delante de imágenes, están practicando la idolatría.
Inclusive porque Dios dejó el mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de Mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el Cielo, ni abajo en la Tierra, ni en las aguas debajo de la Tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque Yo Soy el SEÑOR, tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que Me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que Me aman y guardan Mis mandamientos.” (Éxodo 20:6-3)
Mirá cómo vale la pena amar a Dios y obedecerlo. Tener Su misericordia en nuestra vida vale cualquier sacrificio. Y no es difícil lograr eso, basta amarlo y obedecerle, pues el amor de la boca para afuera no vale nada. Tiene que ser demostrado con actitudes.
Quien adora descontroladamente a una banda, a un artista o inclusive alguien de su familia, al punto de colocar a esa persona como el centro de su vida, también está practicando idolatría.
Solo existe un Dios. Solo el Dios de la Biblia es el Dios vivo y verdadero. Los otros que las personas adoran son falsos dioses. La Biblia dice que el diablo se disfraza de ángel de luz para engañar a las personas.
El diablo, antiguamente, era un ángel, incluso antes de que Dios creara el mundo. Pero él comenzó a alimentar un orgullo en su interior, le tuvo envidia a Dios y quiso ser adorado. Aquel orgullo y envidia que surgieron en su interior se transformaron en una especie de enfermedad contagiosa y peligrosísima, que amenazaba destruir completamente todo lo que era bueno.
Él logró contaminar a un tercio de los ángeles, pero Dios los expulsó del cielo antes de que destruyeran aún más. Y fue entonces que se convirtió en el diablo. No hay nada de bueno en él y es el culpable de toda la maldad.
Hasta hoy busca ser adorado y destruye la vida y el alma de todos los que lo idolatran. Él intenta engañar a las personas, apareciendo como algo bueno, pero su objetivo es tomar el lugar de Dios en tu vida para destruirlo todo.
Él sabe que si ponés a otro en el lugar de Dios, te distanciarás de Dios. Y, distanciado de Dios, sos un blanco fácil para el mal y tendrás un vacío dentro de tu corazón. Por eso, adorá solamente a Dios y asegurate de que Él esté en el centro de tu vida.
Hechicerías
Cuando las personas hacen rituales invocando a espíritus que piensan que son personas que ya murieron (no lo son, porque la Biblia dice que quien muere no vuelve, entonces, son demonios que engañan a esas personas haciéndose pasar por quien ya murió), están practicando la hechicería.
Al contrario de lo que mucha gente cree hoy, la hechicería no es algo bueno, eso es un engaño. La hechicería es pedirle ayuda al diablo, que nos odia y nos quiere destruir. No es nada inteligente.
La Biblia dice que a rebelión es como el pecado de hechicería y que la obstinación es como la idolatría (1 Samuel 15:23). Entonces, la rebeldía y la obstinación están incluidas en esa lista de obras de la carne. Lo que agrada a Dios es la obediencia, que sirve como antídoto para la rebeldía y la obstinación.
¿Ya te imaginaste? Cuando sos rebelde, cuando desobedecés a tus padres, es como si estuvieras invocando a un demonio. Con seguridad no es eso lo que querés para tu vida ni para la de tu casa, ¿no es cierto?
Y cuando sos obstinado con tus papás o profesores, hacés berrinches porque no hicieron lo que vos querías o te resistís a obedecer, es como si estuvieras adorando a una imagen, para que veas cuán serio es. Vale la pena esforzarse para no hacer esas cosas. Aunque no seamos perfectos, Dios ve nuestro empeño en mejorar.
Enemistades
Quien es de Dios no crea enemistades con otras personas. Las personas que hacen cosas malas solo actúan así porque existe el mal en el mundo. El causador del mal es el diablo y no las personas, ellas solo son usadas por él. Aunque una persona no nos quiera, no podemos retribuir con el mismo sentimiento malo.
El Señor Jesús nos enseña que tenemos que amar a aquellos que nos odian y orar por los que nos persiguen si queremos agradar a Dios, mirá lo que Él dice: “Pero Yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir Su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.” (Mateo 5 :44-45)
Terquedad
La terquedad es la obstinación acompañada de discusión. ¨Por ejemplo, tu mamá te da un consejo, pero te obstinás en no obedecer y encima discutís con ella. Mantenerse obstinado es muy feo porque te lleva a desobedecer.
Lo correcto es respirar profundo y entender que cambiar de idea y obedecer agrada a Dios porque hace que te transformes en una persona mejor. Dios quiere lo mejor para nosotros, al igual que las personas que nos cuidan.
Celos
Los celos son sentimientos de egoísmo. Por ejemplo, cuando tenés celos de tu papá, cuando te enojás si él abraza a tu hermano. Cuando tenés celos de tus juguetes, al no querer que otros jueguen con los que son tuyos, y cuando te enojás si alguien anda cerca de ellos. No tenés que tener miedo de perder a las personas que querés ni a tus cosas favoritas.
Respecto a los juegos y a las cosas que tenés, Dios nos enseña a compartir. En el Reino de Dios, quien da, recibe. Está escrito que el alma generosa prosperará y a quien diera de beber, será saciada su sed (Proverbios 11.25). Es decir, quien da, recibe. El propio Señor Jesús ya dijo eso. Toda la Biblia dice eso.
El secreto de tener siempre más es la generosidad. Ayudá y serás ayudado. Amá y serás amado. Prestá atención y recibirás atención. Aunque la retribución no sea dada en el momento o no sea dada por la persona que recibió, podés tener certeza de que vendrá, porque está escrito.
Mientras tanto, respecto a las personas que amás, sabé que tu lugar en la vida de quien te ama de verdad jamás será sustituido por nadie. Buscá conocer al amor de Dios para aprender a librarte de toda la inseguridad y el miedo.
Discordias
La discordia es estar irritado, peléandote con los demás por no estar de acuerdo con ellos. Si explotás por cualquier cosa, no lográs controlar tu enojo, hay algo que está mal.
En esa situación, el dominio proprio dado por el Espíritu Santo, es esencial. Él nos ayuda a controlar el enojo, a razonar y, aunque nos enojemos en el momento, no permaneceremos peleándonos, no agrandaremos el problema.
Cuanto más pelees, peor será. ¿Ya oíste decir “cuando uno no quiere, dos no pelean?” Bien. El enojo es un monstruito muy feo que crece cuando nosotros lo alimentamos con sentimientos y pensamientos malos.
Cada vez que alguien hace algo que a vos no te gusta y te quedás pensando todo el tiempo en lo que la persona hizo, alimentás el enojo y el resentimiento. Si decidís no alimentar a ese monstruito feo, él no va a crecer. Orá por la persona y Dios va a defenderte. Después solo pensá en cosas buenas.
Disensiones
Es la pelea que comienza con diferencias de opiniones y termina convirtiéndose en una discusión sin palabras, no lo hacés para llegar a la solución, sino para probar que tenés razón.  ¿Viste a la persona que abre la boca y crea enemistad solo porque quiere imponer su opinión?
Imaginate a un niño, que se pone a discutir con su hermano para probarle que tiene razón y termina creando una pelea que no era necesaria. Eso deshace la armonía que debería existir. Dios ama la armonía, el orden, la disciplina, la organización, la amistad, el compañerismo.
Es al diablo al que le gusta la confusión, la enemistad, la pelea, el resentimiento. Todas las cosas malas que no tienen nada que ver con Dios. Todo lo que nos desanima viene del diablo.
Facciones
¿Ya viste el informativo cuando hablan sobre bandas o facciones de delincuentes? No es el único tipo de facción. Una facción es cuando estás en un grupo que conspira maliciosamente contra alguien.
Por ejemplo, cuando vos y tus amigos practican bullying contra un amiguito, planeando “juegos” maliciosos que lo perjudiquen. Eso es muy malo, no tiene nada que ver con Dios y solo le agrada al diablo, porque a través de eso, él puede perjudicar mucho tu vida.
Si somos hijos de Dios, tenemos que parecernos a Él. Él ama a las personas, no las maltrata. Quien hace facciones y maltrata a las personas es el diablo. Vos no sos hijo del diablo, entonces, no aceptes parecerte a él. Esforzate en cambiar tus actitudes y tus reacciones a partir de hoy.
Envidias
Estar enojado con alguien porque esa persona tiene algo que vos no tenés o deseás que pierda solo porque no lo tenés, eso es envidia. Cuando tu amiguito tiene un lindo juego y te enojás con él por eso, ese sentimiento se llama envidia. No siempre nos damos cuenta de que lo tenemos.
Muchas veces ese sentimiento se manifiesta por medio de un enojo en contra de alguien, aparentemente sin motivo. La persona no te cae bien y te enoja, tenés ganas de que ella pierda lo que tiene. Eso ensucia tu corazón y hace que te vuelvas una persona peor, que no logra valorar lo que tiene.
Lo cierto es que nos ponemos felices cuando vemos a un amiguito feliz. Cuando él tiene algo que nos gustaría tener a nosotros, nos ponemos contentos de que él lo tenga. Eso nos mantiene bien con Dios.
El diablo sintió envidia de Dios, y ese sentimiento hizo que él dejara de ser un ángel bonito y especial y se volvió un horror, un monstruo lleno de maldad. Y es él quien incentiva a las personas a tener envidia para que se parezcan a él y se aparten de Dios.
La envidia corroe a la gente por dentro, igual que el óxido. La persona envidiosa pierde su belleza y no logra ser feliz. Y podemos elegir no sentir envidia. Es posible controlar nuestros sentimientos.
Todas esas cosas son causadas por el espíritu de contienda. Son actitudes comunes en el mundo porque las personas viven guiadas por el corazón, por los impulsos de la carne.
Todo eso, de acuerdo a la Palabra de Dios, viene del diablo, por esa razón, aquellos que son de Dios y quieren tener una relación en serio con Él deben esforzarse para abandonar esas prácticas. ¡Y eso es posible!

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