Rafael era un niño obediente a Dios. Todo lo que aprendía en la EBI sobre la Palabra de Dios, practicaba con alegría. Todos los domingos, Rafael iba a la iglesia junto con sus padres, que iban para el salón a participar de la reunión, mientras Rafael iba, feliz, para la clase de la EBI aprender sobre la Palabra de Dios.
Cierto domingo, la educadora estaba explicando sobre el libro de Salmos. Ella hablaba sobre como las bendiciones derivadas de la obediencia. Abrió la Biblia en el libro de Salmos 112.1-4 y explicó con bastante claridad la Palabra: - Amiguitos, en este Salmo, el salmista describe la vida de aquellos que realmente temen (respetan) a Dios. Estos no tendrán miedo del futuro ni sufrirán ningún mal.
Rafael oía todo con mucha atención. Al final de la explicación, él consiguió entender que es feliz aquel que teme a Dios, el Señor, y tiene placer en obedecer a Sus mandamientos.
Cuando terminó la clase, Rafael fue hasta el carro del padre pensando en lo que había aprendido y le preguntó: - ¿Papá, usted siempre respeto a Dios con alegría?
El señor Augusto, papa de Rafael, que estaba en el volante, paró el carro y converso con el niño diciendo: - Hijo mío, aprendí con tus abuelos que la mayor herencia que podemos aprender de la vida es la obediencia a Dios. Yo y tu madre siempre Lo respetamos y Lo amamos con mucha alegría. Eso que se llama de temer a Dios.
- ¿Ustedes que han recibido por ser temientes a Dios? Pregunto Rafael.
- Hijo, la Biblia dice que “feliz es el hombre que teme al Sseñor y se dedica a cumplir Sus mandamientos”, y fue esto lo que siempre hice. Dios dice que poderosa en el tierra será su descendencia, un generación integra y bendecida. Mi generación eres tú, un hijo obediente, estudioso y que te alegra también de las cosas de Dios, explicó el padre.
- A mí si me gusta, padre, hacer las cosas que agradan a Dios, dijo Rafael.
El Sr. Augusto, emocionado con el hijo, continúo su explicación: - El Salmo continua diciendo: Abundancia y riqueza habrá en tu casa, y su generosidad durara para siempre. En nuestra casa, siempre tuvimos de los mejor. Dios ha sido misericordioso con nosotros porque tememos a Él. Nuestra mesa es abundante, tenemos una buena casa, un buen carro, y nos vestimos también muy bien. Todo esto es promesa de Dios para los obedientes. Él también dice que mismo en la oscuridad, una luz resplandece para los íntegros, pues Él tiene compasión, misericordia y actúa con justicia. ¿Te acuerdas cuando tu padre estaba desempleado? Mismo así, Dios estuvo con nosotros y nada nos faltó. La luz brilla en la oscuridad para aquellos que son correctos, amables, misericordiosos y honestos.
A partir de aquel momento. Rafael entendió con más clareza porque la vida de él era tan bendecida. Cuando llegaron en casa, los dos fueron a agradecer a Dios por todo.
Hay felicidad para aquellos que son fieles a Dios. Es feliz aquel que teme y que tiene placer en obedecer a Sus mandamientos.
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