29 may 2011

Unidad 4 - El peligro de la desobediencia



Un día, mientras Helen y su hermano, Hugo, cenaban, sus padres le enseñaron que nunca debería acompañar a las personas desconocidas y ni abrir la puerta de casa cuando estuviesen solos. Ellos también les dijeron que nunca deberían entrar en carros de desconocidos, ni hablar con extraños, pues ni todas las personas tienen buenas intenciones. Existen algunas de ellas que intentan atraer a los pequeñitos con dulces y juguetes, y los llevan para lejos y ellos nunca más vuelven para casa.

Los niños oyeron todo atentamente y siempre siguieron las orientaciones de sus padres. Algunos días después que recibieron las orientaciones, surgió en el barrio un joven que luego se aproximo de las niños y de sus padres. A él le gustaba observar a los niños jugando, de ayudarlos a atravesar la calle y hasta de cargar las bolsas de compras de las madres. Él también aprovechaba para hablar de sus conejos de estimación.

Un día, el hombre llamó a los niños y preguntó: ¿Quieren un conejito? Si vienen conmigo, les daré un conejo para cada uno. ¡Hum! Aquello no parecía nada bueno y Hugo no aceptó, pero Helen, resolvió ignorar los consejos de sus padres y siguió al joven.

Cuando ella se dio cuenta, percibió que no había ningún conejito y el joven quería hacerle mal. Ella comenzó a llorar y a llamar por su madre. Gracias a Dios, su hermano avisó a sus padres que luego llamaron a la policía que encontró a la niña. ¡Ufa! ¡Qué peligro!

Helen se quedo muy feliz por haber visto a su madre y aprendió una grande lección: Cuando desobedecemos a los enseñamientos de nuestros padres, corremos un grande peligro.

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