8 abr 2012

Historia: El nacimento de Esaú y Jacob

                              
Había una vez una linda mujer que se llamaba Rebeca, que se casó con Isaac, el hijo de    Abraham. Ella no podía tener hijos y quedaba muy triste por causa de eso. Isaac oró a Dios con fe, pidiendo que Él curara a Rebeca, ¿y saben lo qué ocurrió? Dios oyó su oración y Rebeca quedó embarazada de gemelos. ¡Que bueno es verdad! Ella no podía tener hijos e iba a ser madre de dos bebés. Los bebés se movían mucho dentro del vientre de ella hasta que llegó el momento de dar a luz. Primero nació Esaú, bien peludito, y después nació Jacob con la piel bien lisa.
El tiempo pasó, los niños crecieron y se tornaron hombres con actitudes muy diferentes. Esaú se tornó cazador y Jacob era bien más calmo, y le gustaba quedarse en casa ayudando a sus padres. Esaú siempre cazaba y preparaba una comida especial para el padre, y por eso Isaac lo amaba más que a Jacob; pero Rebeca prefería a Jacob. Ocurrió que cierto día, Esaú llego del campo con mucha hambre y Jacob había terminado de hacer una comida muy rica. Al ver aquella comida lista, Esaú pidió un poco al hermano. Jacob aprovechó la oportunidad para hacer una propuesta al hermano: cambiar la comida por el derecho de recibir la bendición de la primogenitura, o sea, Jacob quería recibir la bendición del hijo mayor en el lugar de Esaú.
En aquella época, el padre hacia una oración pasando para el hijo mayor todas las bendiciones. Y Jacob no aceptaba perder la bendición. Pero Esaú no se importó mucho, por eso respondió: ¡Está bien, estoy con mucha hambre! Que valor tiene para mí ese derecho del hijo mayor. ¡Ah niños! Esaú despreció la bendición de Dios como si fuera cualquier cosa. Después de eso, comió, bebió y se fue, como si nada hubiera ocurrido.

CONCLUSIÓN
Esaú cambió las bendiciones de Dios por una comida. De la misma forma que muchas personas han cambiado el privilegio de recibir la salvación a través de Jesús por cosas sin valor. Dios nos amó tanto que envió a su Hijo para morir por nuestros pecados, vencer la muerte y darnos la salvación eterna. Hoy es domingo de Pascua, día que todos nosotros debemos festejar y agradecer a Dios por el gran regalo que Él nos dio: Jesús. Si Él ofreció Su Hijo en ofrenda por amor de todos nosotros, le debemos tener con mucho amor en el corazón. ¡Vamos hoy a conmemorar la resurrección de Jesús! Amen.

                                                 

                                           
       
   
                                                                                                     

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