Fue escogido otro faraón, un
nuevo rey. Él observó que había muchos hebreos y que cada día más bebés nacían,
lo que hacía al pueblo de Dios más fuerte y más numeroso.
Por este motivo, Faraón creó un
plan para impedir el crecimiento del pueblo.
Faraón dijo al pueblo de Egipto:
Vean el pueblo de Israel (pueblo
hebreo) es fuerte y está aumentando de prisa, mucho más que nosotros.
Necesitamos encontrar una manera de no dejar que él se vuelva más numeroso.
Ah! Cómo era malo aquel Faraón,
pues incentivaba a los egipcios a tener rabia del crecimiento del pueblo de
Dios.
El perverso Faraón resolvió
esclavizar al pueblo de Israel y colocó egipcios para maltratarlos con trabajos
pesados. Los hombres, las mujeres y hasta los niños hebreos, eran forzados a
hacer tinajas de barro y a trabajar en el campo. Ellos se levantaban de
madrugada para trabajar, y solo paraban cuando el sol se ponía, y aún eran
escoltados por los guardias.
La vida del pueblo era muy dura,
llena de sufrimientos. Sin embrago, eso no impidió su crecimiento. Lo que
dejaba al rey con mucho odio, pues no entendía cómo en medio de tanto
sufrimiento aquel pueblo conseguía multiplicarse.
Pero ustedes saben por qué los
israelitas continuaban creciendo?
Porque era un pueblo escogido por
Dios para convertirse en una gran nación. Él había prometido eso a Abraham
cuando dijo:
“Y Haré de ti Una Nación grande, y
te bendeciré…” (Genésis 12.2)
Niños, nada ni nadie puede
impedir que los planes de Dios se realicen. Pero Faraón no sabía que estaba
intentando impedir al propio Dios, lo que es imposible. Insatisfecho, el rey de
Egipto dio órdenes a las parteras para que matasen a todos los niños que
nacieran, y solo dejaran vivas a las niñas. Las parteras temían a Dios y no
obedecieron al Faraón, que mandó al pueblo egipcio ahogar en el río a todos los
niños hebreos, recién nacidos, que encontrasen.
Grande fue el desespero de las
madres hebreas, sin embargo una mujer llamada Jocabed consiguió esconder su
bebé durante tres meses. Los soldados entraron en casa de ella, buscaron y no
lo encontraron. Pero, un día ella decidió colocarlo en un canastito y lo llevó
hasta el río. La hermana de Moisés se escondió y quedó vigilando de lejos para
ver donde iría a parar el canastito. Cómo debe haber sido el dolor de aquella
madre, no es así? Ella tuvo que separarse de su hijo para que él no muriera, y
confió en que Dios iba a cuidar de él. Y eso fue lo que sucedió, el bebé fue
encontrado por la hija del Faraón. Y saben lo que sucedió niños? María se aproximó
y preguntó a la hija del Faraón, si ella quería una niñera para el bebé. Ella
aceptó la idea y María le presentó a Jocabed, su propia madre, que terminó
siendo contratada y crió al bebé hasta que él creció. Y la hija del Faraón lo
llamó Moisés.
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