Había una vez un niño de 10 años que se llamaba Juancito. Él tenía una colección de libros. En su habitación había un estante llenos de libros de historia, de geografía, libros sobre el cuerpo humano, deportes, etc. Juancito era muy inteligente y leía con alegría.
Un día hubo una competición en la escuela y él participó del concurso de deletrear. El niño se esforzó tanto que ganó el concurso. Con el pasar del tiempo, Juancito se quedó conocido como el niño más sabio de aquel lugar. Un día él se dio cuenta que su profesora en la escuela tenía en su bolsa un libro diferente de todos los libros que conocía, y resolvió preguntarle qué libro era aquel. Entonces él supo que se trataba de una biblia. La Biblia es el libro más especial de todos y no debe ser leído apenas de vez en cuando, pero si diariamente, pues no enseña a tener la verdadera sabiduría. Juancito también se enteró que la Biblia nos enseña sobre Dios, y de cómo amarlo y agradarlo.
La profesora de Juancito también le explico a él que la Biblia es compuesta de varios libros y es dividida en el Antiguo Testamento, con 39 libros, y el Nuevo Testamento, con 27 libros. Juancito le pareció la charla muy interesante que a cada minuto quería saber más sobre aquel libro tan especial. Él también supo que la Biblia trae libros que cuentan la historia de grandes héroes de la fe, sobre las leyes de Dios y también traía poesías y canciones. A partir de aquel día, Juan deseó mucho tener una Biblia para él.
Es importante que tengamos una biblia y que vengamos a meditar en sus enseñamientos todos los días, siguiendo las orientaciones que están escritas en ella, pues haciendo así seremos muy bendecidos por Dios.
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